Many thanks to Tristan Morris for creating a beautiful illustrated hardcover print edition of the site

tcc-case-title

Djishin le dijo al maestro Banzen: la mayoría de las obras de la humanidad no fracasan antes de su tiempo. Una montura sobrevivirá a la yegua y su potro; un puente para caballos servirá por cien años a menos que un elefante lo pise. Hasta las piedras de nuestra abadía más humilde fueron colocadas antes que la venerable Abadesa haya nacido. ¿Entonces por qué el software falla tan a menudo?

Banzen dijo: para saber la respuesta, debes primero hallar tu camino hacia el Dolor Complejo. Es una tarea complicada, porque la mayoría de esa extensión herbosa es imaginaria hasta cierto grado; pero como tu punto de origen no sólo es real sino garantizado que está en el centro exacto del plano, sólo necesitas buscarlo y ya estarás allí. Luego dirígete al noreste hasta que llegues a una tierra estrepitosa conocida como la Provincia de la Crisis Eterna. Allí el suelo eructa fuego y se desploma y retuerce, como una serpiente; las montañas intercambian lugares con los valles; los ríos fluyen hacia atrás a la medianoche y de costado bajo la luna nueva. Nada dura en ese lugar. La casa más robusta debe ser reconstruida cada primavera, así que los hombres tienen que abandonar el uso de la piedra y levantar sólo chozas simples de pimpollo y paja. En cuanto a caballos o puentes no hallarás ninguno, porque las monturas se desmoronan con los vientos áridos, y los varios abismos deben cruzarse de nuevo con una cuerda cada semana mientras sus ejes bailan arriba y abajo. Ningún hombre cuerdo viviría en esa tierra si no contuviese la posibilidad de gran riqueza. Sin embargo cada pala se gasta por la tierra pedregosa, todas las hachas se desafilan, todos los bueyes mueren.

Djishin dijo: ¿Cuando visitaste ese lugar infeliz por última vez?

Banzen dijo: Nunca lo dejé. A veces en mis andanzas me encuentro con un camino verde que me promete llevarme afuera, pero ¡Ay! Aunque las señales me saludan con un feliz Hola Mundo y me cuenta de lugares maravillosos a los que puedo ir con sólo un dedo de esfuerzo, la decepción invariablemente espera. Mil pasos adentro, siento un terremoto, la tierra se inclina locamente debajo mío, y cuanto más rápido codifico para dejar atrás la perdición más desaparece el nuevo camino bajo los restos de su propia sintaxis. Ahora soy como me ves: un viejo amargado que no confía en ningún camino sino aquel que hizo arder él mismo. ¡Y por eso llevo esos dolores contigo, joven monje! Debido a tu insaciable fervor de crear plataformas nuevas, tú haces por estupidez lo que ahora hago por cinismo. Si puedo enseñarte a reconocer un camino hacia la libertad, entonces quizás puedo seguirte.